sábado, 14 de abril de 2018

XVIII AULA DE POESÍA: Presentación de JOAN MARGARIT (por Esmeralda Cortés Fedcenkaite). OLULA DEL RÍO, 12/04/2018.



XVIII AULA DE POESÍA OLULA

PRESENTACIÓN DE JOAN MARGARIT
Por Esmeralda Cortés Fedcenkaite

Buenas tardes a todos y a todas. Bienvenidos a la decimoctava edición del aula de poesía del IES Rosa Navarro. En primer lugar, me gustaría daros las gracias a todos por vuestra presencia en este día tan importante, así como a Juan Javier por haber hecho posible esta celebración un año más. Y, por supuesto, al gran poeta Joan Margarit, al cual es un verdadero placer tener hoy aquí.

Quizá muchos de vosotros no disfrutéis de la poesía y este acto no os suponga más que un pretexto idóneo para “escaquearnos” de las clases. Sin embargo, os aseguro que en este mismo instante nos encontramos a unos breves pasos para acercarnos un poquito más a la poesía.

Y bien, ¿qué es la poesía? Alejándonos de la típica definición que todos nosotros hemos memorizado hasta la saciedad, ¿qué es realmente la poesía? ¿Por qué hasta el mismo Gustavo Adolfo Bécquer se planteaba esta cuestión? Pues veréis, poesía, tal y como él decía, eres tú, sois vosotros.

La poesía es aquello que queramos que sea. La poesía da rienda suelta a nuestro más profundo yo, dándole alas para que expresemos nuestros sentimientos más íntimos a corazón abierto, incluso aquellos que denominaríamos como inexplicables. Y es que la poesía es precisamente eso; es serenidad, desasosiego, frío, calor, luz, oscuridad. Poesía es una caricia, es estrechar la mano de la persona a la que amamos, es un paseo por una ciudad con encanto, es un respiro de aire fresco por la mañana. La poesía lo es todo, es un conjunto en el que belleza, sentimiento y pureza se combinan a la perfección.

Sin embargo, no siempre la poesía nos hace volar, sino que se sienta a nuestro lado cuidadosamente como una madre junto a la cuna de su hijo, se une a nuestra pena como un amigo incondicional para contemplar junto a nosotros el movimiento de las agujas del reloj, esas que nos hacen más vulnerables con su tic-tac conforme van pasando las horas. La poesía, como bien dice Joan, quizás se asimile a los ‘cadolles’, esos charcos que el mar al retirarse deja sobre las rocas lo que ha olvidado el mar, las palabras perdidas…

La vida también se asocia a situaciones muy complejas para el ser humano, situaciones en las que el dolor nos atenaza, en que la melancolía se convierte en nuestra compañera de viaje. Entonces se nos antoja difícil que la poesía halle en nuestra existencia el caldo de cultivo necesario para poder manifestarse: los sentimientos entonces se aferran a la individualidad y somos reacios a expresarlos.

      Pero una herida es también un lugar donde vivir. Quizá, aunque no debamos, se nos hace imposible dejar de refugiarnos en nuestra tristeza, de acostumbrarnos a ese escalofrío ascendente que atraviesa cada poro de nuestra piel, a ese sensación amarga que recorre nuestras mandíbulas cada vez que sentimos la necesidad de llorar. 

      Y es esto lo que precisamente hace de los versos de Joan una poesía sincera, alejada de parafernalias y demás adornos que en lugar de conmover solo enredan la interpretación del poema. Una poesía dirigida directamente al corazón, que nos traslada al lugar y al momento exacto en el que Joan se encuentra escribiendo su poesía. 

      Una vez más, vemos que la poesía nos invita a disfrutarla sin intención de seguir unas determinadas reglas, pues no se trata de que todos la entendamos del mismo modo, sino de que todos y cada uno de nosotros la sintamos. Se trata de dejar que nuestra mente vuele a lugares lejanos, de abrir nuestro corazón y liberar así el pequeño poeta que todos llevamos dentro. Se trata de vivir sensaciones y sentimientos jamás experimentados; de dejar que el ritmo de los versos resuene en nuestra mente de manera melódica, atrapándonos por completo.

      No es tan difícil, aunque os cueste trabajo creerlo. A menudo, la poesía acampa a nuestro alrededor y no notamos su presencia. Vivimos tan involucrados en el día a día, que nuestra capacidad de observación a veces se adormece. Pero la poesía está ahí, junto a ti. Está en la canciones que te transportan a otra realidad, en la soledad del que estudia robándole horas al sueño y contempla la soledad de las calles en invierno, como le ocurre a Joan cuando escribe a altas horas de la madrugada….


“Vas hasta la ventana:
en la calle no hay nadie
y vuelves a la mesa
donde el poema continúa.
Está aquí, contigo.”

      Hoy Joan está aquí con nosotros y, por supuesto, su poesía. Os invito a que disfrutéis de ella.

      MUCHAS GRACIAS,  JOAN.




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