![]() |
ELVIRA SASTRE |
PRÓLOGO
DEL CUADERNILLO DE BENJAMÍN PRADO
LA PUERTA AL BOSQUE
Por Elvira Sastre
Benjamín
Prado no desconoce que su nombre guarda todas las palabras que se precisan para
sobrevivir. Él lo sabe, por suerte, y cualquiera que lo lea es capaz de
comprenderlo al momento. Pienso en Benjamín e imagino una mano tendida, la
puerta abierta a un bosque verde y frondoso, los ojos de un niño que aún no
sabe lo que es un muro.
Benjamín
es un Hermes contemporáneo: es un mensajero imprescindible. Parece, a veces,
que parte los océanos en dos con la punta afilada de su pluma y rescata, así,
todos los mensajes atrapados en botellas de cristal y lanzados al mar. Dicho de
otro modo, Benjamín Prado no nos salva, no se coloca delante de nosotros
dispuesto a recibir el aguijón de la nostalgia que no termina de clavarse.
Benjamín se pone a nuestro lado y, con una caricia fuerte, dirige nuestra mano
y escribe palabras como reloj, corazón o incendio, y lo que antes carecía de
sentido ahora guarda una historia.
Sus
poemas son guardianes de la noche, espías de los rincones, la mano que mece la
barca. El idioma de la poesía de Benjamín es común a los que sueñan con los
ojos abiertos y ven en las hojas de los árboles cientos de pájaros.
Benjamín
escribe «ya no es tarde» y tú sabes que todavía es pronto. Escribe «el amor es
cuidarnos» e irremediablemente se escapa una caricia de tus manos. Escribe
«nunca fui más lejos que al dejarte marchar» y quieres darle un beso a la tristeza.
Escribe «yo solo puedo estar contigo o contra mí» y comprendes que tú solo
puedes estar con su poesía y con él, en cada poema, en cada mano tendida.
Segovia, 28 de marzo de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario