Jaime Gil de Biedma decía que de
«casi todo hace veinte años». Nuestros recuerdos son algo más recientes. No
obstante, llevamos ya catorce años preparando el Aula de Poesía y cada año
ponemos en ello el entusiasmo que adorna a toda actividad que se realiza por
amor. No se engañen, no supone para nosotros en ningún caso una cita inoportuna
y protocolaria. Detrás de ella simplemente hay grandes dosis de amor a la
poesía y, aunque suponga una ingenuidad, la necesidad de mostrar a los alumnos
que el saldo de la realidad escapa de los balances contables, que es posible
encontrarla ajena al ruido mediático en los gestos más íntimos, en la mirada
sorprendida que recala en la belleza de una metáfora con la cadencia del otoño
y, por qué no, en el compromiso de quien toma conciencia y opta por elevar su
voz con firmeza, a sabiendas de que detrás del silencio pueden reinar el miedo
y la sumisión.
El primer verso puede ser brillante.
El final, sorprendente.
Entre uno y otro debes estar tú.
Nunca el silencio.
Javier Bozalongo
El primer verso puede ser brillante.
El final, sorprendente.
Entre uno y otro debes estar tú.
Nunca el silencio.
Javier Bozalongo
Nunca el silencio. Todos los años
conspiramos contra el silencio gracias a la voz de los poetas que nos acompañan,
a los poemas que depositamos en los buzones sin franqueo, a las lecturas en clase
sin fechas en los calendarios, a los alumnos que nos dibujan los poemas que se
nos antojaban tan solo palabras.
Sí. Todos los años el teléfono y
el correo electrónico se convierten en un fiel amigo que nos acercan a los
poetas y sus circunstancias. Al otro lado del auricular, su voz nos llega
próxima, afable, agradecida y su agenda, siempre llena de viajes, de lecturas
importantes, de presentaciones y tertulias, busca un hueco para nosotros en
abril.
Así es como la poesía viaja hasta
nosotros y la recibimos -como buenos anfitriones- cordiales y respetuosos, con la
solemnidad de quien considera que se halla en un acto importante a pesar de la
humildad que nos caracteriza o precisamente por ello.
Este año pasado, después de la
maravillosa lectura de poemas de Raquel Lanseros, cuando los ecos de sus poemas
aún resonaban, surgió la posibilidad de realizar una lectura de poemas
extraordinaria. El poeta invitado no era otro que Gonzalo Pozo Oller, compañero
y amigo. Gonzalo Pozo, como no podía ser de otro modo, quería un acto sencillo,
para pocas personas. Conscientes de que no quería suponer una carga extra de
trabajo para los compañeros, optamos por no hacerle caso. Gonzalo lo
merecía.
Y así se fue gestando el Aula de
Poesía de Gonzalo poco a poco. José Jiménez Oliver y Josefina Gascón Roldán escribieron la canción Héroe de rutina y musicalizaron algunos de los poemas de
Gonzalo con la ayuda de Pedro Monteserín Ramos, Jesús Moreno Vergara y Rodrigo Polaino Franco; los alumnos Eva
Herrero Flores, Patricia Aís Carmona, Clara Rubio Reche y Diego Ortigosa Cano
dibujaron las ilustraciones del cuadernillo de poesía; los alumnos Agustín
López Castellón y Estela González García realizaron el cartel del Aula con la
ayuda y asesoramiento artístico de Odu Carmona; Gema López Cintas redactó el
prólogo del cuadernillo y la presentación del acto; Ana Sevilla, en
colaboración con algunas clases de 3º de E.S.O., se encargó de las “sábanas
poéticas”; Gráficas Lucmar terminaba de editar el cuadernillo y Fotos Fábrega
imprimía el cartel.
El mismo Gonzalo ayudaba a
corregir los poemas definitivos del cuadernillo y daba el visto bueno a todo el
trabajo el jueves 22 de mayo por la mañana. Su gesto evidenciaba alegría
contenida y agradecimiento. Para él, estar en el I.E.S. Rosa Navarro
había significado recuperar la pasión por enseñar. A pesar de su frágil salud,
sus clases se habían convertido en el espacio propicio para el aprendizaje, la
reflexión, el diálogo, la valoración crítica para evitar caer en las redes de
la intransigencia, en las consignas colectivas por prescripción.
No importa el momento, ni la realidad,
somos nosotros mismos
quienes ponemos las condiciones,
quienes asumimos nuestra historia,
y le damos sentido.
Gonzalo Pozo
No importa el momento, ni la realidad,
somos nosotros mismos
quienes ponemos las condiciones,
quienes asumimos nuestra historia,
y le damos sentido.
Gonzalo Pozo
Todo estaba ya dispuesto. Gonzalo
leería algunos de los poemas recogidos en el cuadernillo y un par de artículos
periodísticos; los alumnos asistirían a la lectura sorprendidos por la
dimensión humana de Gonzalo, tan familiar y desconocida; las canciones
llenarían de emoción el acto y al final a los que frenéticamente organizamos año tras año el Aula nos quedaría esa sensación de que todo esto merece la pena, porque contribuye a la formación de los alumnos.
Insisto, todo estaba dispuesto,
pero la vida -siempre tan impredecible- nos volvió a sobrecoger. El 24 de mayo,
Gonzalo murió cuando paseaba por las calles de Tíjola. El presente cruel de sus
poemas se mostraba con toda su crudeza. Por momentos nos sentimos atenazados,
sin saber qué hacer... Estoy convencido de que si hubiésemos suspendido el Aula, habríamos
traicionado la memoria de Gonzalo, su espíritu de lucha y compromiso y su vinculación
con las ideas y las personas.
Ahora solo importa vivir,
soñar frente a los árboles,
sentir el movimiento del mar
y de las olas,
sentirse amados
y soñar,
soñar despiertos
para sentirse vivos,
ajenos a la circunstancia presente.
Gonzalo Pozo
Ahora solo importa vivir,
soñar frente a los árboles,
sentir el movimiento del mar
y de las olas,
sentirse amados
y soñar,
soñar despiertos
para sentirse vivos,
ajenos a la circunstancia presente.
Gonzalo Pozo
Ahora solo importaba celebrar el
Aula de Poesía respetando su espíritu festivo y así fue. Las referencias a su
muerte y a su ausencia fueron inevitables, pero por encima de todo disfrutamos
de su poesía, la poesía de un gran hombre que nos acompañó con la grandeza de
los más humildes.
JUAN JAVIER ORTIGOSA SERRANO
Olula del Río, 19 de febrero de 2015.
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