XII AULA DE POESÍA OLULA
PRESENTACIÓN DE FERNANDO VALVERDE
Por Belén López Fernández y Mireya Reche Fernández
Quizás
os llame la atención que hoy dos alumnas de 2º de Bachillerato presentemos el
Aula de Poesía. Puede que incluso a Fernando este hecho le parezca al menos
llamativo.
Juan
Javier, en clase de Lengua, nos habló de la necesidad de que los alumnos nos
implicáramos en la organización del Aula, que la asumiéramos como propia y no
como una actividad que preparan los profesores a la que asisten los alumnos. Y
sin más lanzó el reto: ¿Alguien se atreve a hacer la presentación del Aula de
Poesía este año? La pregunta quedó así, como una pregunta retórica, sin
contestación.
Y
es que, a cualquier alumno de 2º de Bachillerato le sugieres realizar un
comentario crítico en Selectividad de un poema, y obtienes por respuesta un
rotundo NO. ¡Probad...! Es más, si en Selectividad en la opción A aparece un
poema, nosotras mismas le daría automáticamente la vuelta al examen, con
verdadero pavor, para ver si en la opción B hay otro poema. Menos mal que esto
no se va a dar, las autoridades académicas aprietan pero no ahogan.
Ya
sabemos que decir esto en la presentación de un Aula de Poesía no queda muy
bien. Pero, la estadística manda y ésta indica que los alumnos en Selectividad
se afanan en comentar un texto periodístico y huyen de los versos como los
gatos del agua. Seguramente porque vemos en ella una realidad oscura,
hermética, sólo al alcance de algunas personas que de manera innata son capaces
de conjugar símbolos y pensamientos muy profundos.
Como
suele ocurrir en estos casos, las ideas preconcebidas nos tienden trampas y
nosotros caemos en ellas casi siempre. Nos hemos creado una idea de la poesía
errónea, lo que nos lleva a rechazarla por sistema: es difícil, es un rollo,
tiene que tener rima, hay que contar las sílabas, si utiliza un lenguaje culto
es buena... ¡Tópicos y más tópicos!
La
poesía no siempre es difícil y oscura, no siempre se sirve de un lenguaje ajeno
a la mayoría. Únicamente, podemos pensar que sus temas se repiten con el paso
del tiempo, pero como bien dice Luis García Montero en su poema Garcilaso 1991:
Ya sé que no es eterna la poesía,
pero sabe cambiar junto a nosotros,
aparecer vestida con vaqueros,
apoyarse en el hombre que se inventa un amor
y que sufre de amor
cuando está solo.
Sí, la poesía también se adapta a los tiempos, al menos esa es la pretensión
de poetas como Machado, Gil de Biedma, García Montero y, por qué no, Fernando
Valverde. Una poesía abierta al mundo, una poesía que busca y encuentra la
emoción necesaria y que pretende conmover, una poesía que invita a la
reflexión.
La misma reflexión que llevó a Fernando Valverde a interesarse por un
fenómeno natural, el que explica el comportamiento de los pelícanos.
Seguramente, os estaréis preguntando de qué pelícanos se trata. Permitidme que
os lo contemos tomando como referencia las palabras del poeta nicaragüense
Darío Jaramillo:
“Los pelícanos de San Juan del
Sur planean hasta avistar su presa y de repente se dejan caer en picado. El
golpe contra el agua es brutal y siempre salen con el pez en el pico.
A Fernando Valverde le asombró
la perfección milimétrica de su caza hasta que un pescador le reveló que aquel
portento escondía una tragedia enorme. De tanto golpear su rostro contra el
océano muchos pelícanos mueren ciegos, perdidos en el horizonte. De todo eso
–dice Jaramillo- habla este libro, del destino de los pelícanos y de cómo los
sueños de la gente normal se estrellan una y otra vez contra la realidad”.
La poesía de
Fernando nos sitúa frente a personajes heridos, desposeídos, casi derrotados,
pero que mantienen intacta la esperanza de vivir, personajes que, como los
niños de Managua, evitan a la muerte con las manos llenas de colores.
Demuestran así su deseo por vivir por más obstáculos que se antepongan en sus
caminos.
Partiendo de esta idea, la poesía de Fernando nos transporta inevitablemente
a ciudades desangeladas y frías, tristes y confusas, casi borradas por el
recuerdo, dando así un matiz trágico pero real a sus poemas. Pero al final,
como los personajes que integran sus poemas, sentimos como propio el milagro de
hallar en estas ciudades la vida.
Y es que, nuestra realidad también se muestra confusa y dolorosa.
Vivimos tiempos convulsos e inciertos, pero como los pelícanos de Fernando,
conservamos nuestros sueños y estamos dispuestos a sumergirnos entre las olas
para ver un rayo de luz mientras esperamos que el mar no nos atrape para
siempre. Nos enfrentamos a nuestros miedos constantemente, afrontamos la
difícil tarea de mejorar cada día, ponernos grandes metas para satisfacer
nuestra ambición y hacer de nuestra vida una gran obra. Pero, ¿cómo evitar el
naufragio? Fernando, en uno de sus poemas, nos da un magnífico consejo:
“No hay respuesta posible que no esté en ti mismo.”
Esa es la clave que conduce al éxito. Porque antes de estudiar grandes
carreras universitarias, obtener másteres y numerosos títulos académicos, el
primer paso es conocernos a nosotros mismos. ¿Qué estilo de vida llevamos que
anhelamos indagar más y más en la vida de los demás cuando ni siquiera sabemos
cuáles son nuestras pretensiones y miedos? ¿Nos resulta más interesante la vida
de los demás que la nuestra propia?
Para no formar parte de una masa sin conciencia, debemos aprender a
escucharnos a nosotros mismos, y así encontrar nuestro camino y hacer realidad
nuestros propósitos. Pero esa tarea no es nada fácil.
Por eso, la poesía puede ser muy útil, porque nos invita a meditar. Sin
duda, la poesía puede ser una buena compañera de viaje, aunque sólo sea para
recordarnos quiénes somos, qué o quién es verdaderamente importante en nuestra
vida. Así lo pone de manifiesto Walt Withman, considerado el padre de la poesía
moderna estadounidense:
“No abandones las ansias de
hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las
poesías sí pueden cambiar el mundo.”
“
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.”
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.”
Si somos capaces de apreciar esto, es posible que olvidemos los tópicos
que ocultan el vehemente esplendor poético y, paulatinamente, nos acerquemos
más al maravilloso mundo que encierra la poesía. Nosotras estamos seguras de
que, de ser así, nuestra percepción ante cualquier acontecimiento de nuestras
vidas cambiará, pues la poesía nos ayudaría a ver más allá de la realidad de
las cosas, la misma realidad que nos hace sufrir y nos prohíbe soñar.
Gracias,
Fernando por acompañarnos este año y compartir tu poesía con todos nosotros.
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